Y dio a luz, entre los escombros, a un precioso niño. Su pequeño cuerpecito se encogía con el frío de la mañana. Quiso arroparlo pero no tuvo con qué. Y entre unos cuantos trapos andrajosos lo envolvió. Lloraba e hizo el amago de darle el pecho. Tuvo la tentación de dejarlo allí, a esperas de que alguien lo recogiera, pero no tuvo el valor. El lazo que los unía era más fuerte que la propia tentación, pues lo había llevado en sus entrañas. Y si allí, lo hubiera despojado, la sombra de la muerte se lo habría llevado.
Errabunda, caminaba con él en los brazos y pedía limosnas para sobrevivir, para amamantar a su chiquillo pero no halló respuesta, nadie escuchó sus alaridos de dolor. Y siguió recorriendo calles y callejones en busca de una ayuda que nunca llegaría...
Si te ha gustado el principio de esta historia y quieres que continúe, sólo tienes que hacérmelo saber y la historia proseguirá. Incluso puedes adelantar aconteciminetos y decirme qué te gustaría que sucediera. Anímate y Participa.
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No necesitas hormas ni patrones, tus palabras fluyen como un torrente, llenas de sentimientos y emociones, sigue así cariño con entusiasmo y perseverancia.
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