
Errabunda, caminaba con él en los brazos y pedía limosnas para sobrevivir, para amamantar a su chiquillo pero no halló respuesta, nadie escuchó sus alaridos de dolor. Y siguió recorriendo calles y callejones en busca de una ayuda que nunca llegaría...
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No necesitas hormas ni patrones, tus palabras fluyen como un torrente, llenas de sentimientos y emociones, sigue así cariño con entusiasmo y perseverancia.
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